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Bertucci y los Abstencionistas

  • Foto del escritor: El Blog de Edgar y Liz
    El Blog de Edgar y Liz
  • 22 jul 2020
  • 8 Min. de lectura

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La historia reciente de Venezuela, sobretodo la referida a la República civil iniciada y transcurrida en buena parte del siglo XX y XXI, ha evidenciado que los venezolanos se han dado a través del voto sus propios gobiernos, unas veces con elecciones acertadas, otras desacertadas, pero al fin y al cabo han sido gobiernos producto de la participación de la gente a través del acto cívico del voto. Llama la atención que en esta historia democrática los intentos aventureros han fracasado, el de Chávez y el de Carmona en su momento; en el caso del primero, ese fracaso fue tan bien procesado que en años posteriores se lanzó a la palestra electoral obteniendo los resultados que el país harto conoce.

Dentro del marco electoral, el voto automatizado y la defensa activa del mismo en las mesas ha sido un factor principal en la garantía, transparencia y confiabilidad de los procesos electorales que el país ha vivido, dando fe de ello tanto propios (nacionales) como extraños (países vecinos), y siendo que esta es la historia incontrovertible de los procesos electorales en Venezuela, no se entiende cómo sectores interesados juegan a elaborar una matriz de opinión dirigida a desalentar el voto como instrumento de cambio y de las transformaciones tan sentidas y urgentes que necesita el país. Hay intereses oscuros y de grupo que en el fondo pretenden por una parte esconder la política fracasada de ese tipo de oposición que ganó las elecciones parlamentarias del 2015 y que planteaba que en 6 meses se salía del presidente y no se ocupó según la obligación de ley que tenía, de designar los poderes constitucionales y nunca se puso de acuerdo para nombrar un CNE, cosa que otros (TSJ) tuvieron que hacer, y por otro lado se dedicó a inventar aventuras y acciones descabelladas que han contribuido a la par del "Régimen" a recrudecer el estado de la crisis que vive el país. Y esto le sucede, desafortunadamente a los actores políticos que no asumen con responsabilidad, con sentido de Estado y con amor por Venezuela la gestión que el pueblo les ha dado al frente de jefaturas y organismos públicos.

Ahora bien, frente a este panorama cabe señalar que el gobierno en Venezuela tiene déficits democráticos, para algunos es autoritario y para otros es dictatorial, por lo tanto no se le puede exigir a un gobierno con tal cualidad que el camino electoral nos lo haga fácil, colocándonos una alfombra roja tipo entrega de Óscar para los procesos electorales; es decir, el régimen venezolano actual no representa, ni es conforme a la democracia de los Países Bajos y contrario a eso hay que luchar, pero en el terreno democrático, sin violencia ni asaltos, sino electoralmente, como fórmula distinta a quienes a la fecha han predominado en la jefatura de la oposición venezolana (Leopoldismo, Guaidocismo y G4).

Esta situación descrita, al momento presente se ve reforzada con el hecho que arrojan las encuestas, donde la población venezolana se autodefine como políticamente independiente entre un 56 y 60%, quedando los partidos tradicionales en una situación famélica y de franca minusvalía entre el 1 y 3% que es con lo que cuentan AD, UNT, PJ y VP. Lo que el pueblo pide mayoritariamente son elecciones presidenciales y eso llegará en su momento, primero las parlamentarias 2020, segundo gobernaciones y concejos municipales, tercero revocatorio para propiciar las presidenciales, y no como algunos plantean “garantías electorales óptimas y satisfactorias”, asunto del cual se están encargando los partidos de la mesa.

Recojo algunos planteamientos del experto analista político Enrique Ochoa Antich, reseñado en un artículo en Noticiero Digital, referido a los denominados “abstencionistas” que exigen toda una suerte de requerimientos para llevar a cabo los procesos electorales:


“Extraños seres, los condicionistas, le esgrimen a Nicolás Maduro:

«Exigimos de usted, dictador narco-terrorista, infame comunista, jefe de este procaz e inverecundo rrrrrégimen (a secas), unas condiciones electorales a la suiza, sin abusos de poder, con controles anteriores, perceptivos y posteriores de las papeletas, y que no use para fines de proselitismo político o electoral ni medios de comunicación del Estado ni otros recursos públicos. Y que desaparezcan los tinglados rojos en rededor de los centros de votación. Y que las mesas se cierren a las 6 en punto de la tarde, ni un segundo después, de modo de evitar la operación de arrastre de los electores remanentes (descocada práctica aprendida por ustedes de los adecos en los remotos años del puntofijismo luminoso). Y, claro, un CNE parejo, 2 del G4, 2 del Psuv y uno imparcial, éste último impoluto ser, que no haya jamás tomado partido en estos 21 años de revolución chavista ni por ustedes ni por nosotros, y requerimos asimismo que en todos y cada uno de los consulados de Venezuela en los 5 continentes haya una mesa electoral con testigos de parte y parte a fines de que voten los 5 millones de emigrantes (ni uno menos), y la presencia observadora y husmeante de la OEA, el Centro Carter, la Internacional Socialista, la Organización Demócrata-Cristiana, la Internacional Liberal, el Parlamento Europeo, el PP español (si fuese posible el mismísimo Aznar), el Partido Republicano estadounidense, y otros más que hemos de informar a su debido tiempo, y la ONU, claro…»

Por último, algunos exaltados agregan:

Y quiero informarle, déspota infame y opresor, que una vez que los comicios sean ganados por la valiente oposición radical, « hemos de perseguirlos y enjuiciarlos a usted, a sus familiares y a todos sus adláteres civiles o militares por todos sus crímenes reales o supuestos, y sus bienes serán confiscados, y haremos cuanto esté a nuestro alcance para que pasen sus días postreros en una celda de Guantánamo».

Y concluyen estas personas:

«Si no se nos dan estas condiciones, no participaremos en esa farsa comicial, y prepárense porque, deslegitimados, muy pronto serán derrocados por la naciones democráticas del mundo: ya la Cuarta Flota viene en camino».

¿Se darán cuenta los condicionistas de la gracia que le hacen al régimen autoritario promoviendo condiciones sine qua non que determinen su participación electoral? ¿Cómo es que a la que definen como dictadura le piden condiciones electorales como las de las democracias escandinavas?

Es lo mismo que si dijeran: Demandamos de usted, dictadura, que no lo sea y que se convierta en democracia. Con esta misma lógica, los demócratas chilenos no habrían acudido al plebiscito de 1988 (con Pinochet en el poder, los votos se contaban en el Ministerio de Interior), ni Solidaridad hubiese acudido a las parlamentarias de 1989 (para elegir sólo un tercio de los diputados, los otros dos seguían siendo comunistas), ni Mandela al referendo de 1993 organizado por los mismos racistas que lo mantuvieron cautivo ¡durante 27 años.! ¿No le ponen fácil el juego al gobierno cuando niegan su participación a cuenta de su incumplimiento? ¿Será que no es tan dictatorial el régimen autoritario (todavía), ése que repudian?

Y hay más, muchas más preguntas. ¿No fue con un CNE menos imparcial, comparado con éste que acaba de ser designado por el TSJ, que la oposición, sobreponiéndose a su propia división entre abstencionistas y participacionistas, le ganó un referendo de reforma de la Constitución al más poderoso Chávez, el del 65 % de popularidad, el que controlaba todo el poder y vendía el petróleo a $ 80 el barril? ¡Y por una ñinguita!, y aún así fueron proclamados aquellos resultados. ¿No fue con abusos de poder más o menos semejantes a los de hoy que la oposición ganó las parlamentarias de 2010, las principales gobernaciones y alcaldías del país de 2008 en adelante, y los 2/3 de la AN en 2015?

Se dirá que hoy están ilegalizados los partidos y que los atropellos del poder son mayores. ¡¿Y eso qué importa?! ¿No votaron los adecos sin partido en 1952 por la tarjeta de URD? ¡Ésa era nuestra epopeya!, la hazaña democrática de un pueblo que por sobre toda tropelía, votaba y ganaba. ¿No fue probada una y otra vez, aquí y allá, que la votación masiva del pueblo anula trampas y triquiñuelas?

Y dando por un hecho nuestra participación, bregar por mejores condiciones, que en fin de cuentas es cierto que los derechos (como el voto) se defienden ejerciéndolos, no renunciando a ellos. Pero la oposición mentecata, y sus segundones cómplices, han hecho todo cuanto han podido para afilar el cuchillo de su propio degüello. Desprestigiaron la institución del voto como instrumento de cambio, normalizaron y legitimaron la abstención como práctica (la nada, que llamó Mires), atribuyeron un poder que no existe en los rectores del CNE que son proclives al gobierno (como si en realidad pudiesen trucar los votos), inventaron -y «demostraron» con enrevesadas teorías- la fábula del fraude (imposible en un sistema electoral donde el 52 % de las papeletas se audita por azar contra el resultado de las máquinas), etc.”


Ante lo descrito, es necesario entender que la razón por la cual el pastor aceptó formar parte de la MDN no tiene que ver con “alianzas con los que hacen iniquidad”; “políticos oportunistas” como lo califican algunos, sino porque el hombre de Dios está de acuerdo con fórmulas electorales pacíficas debido a que las acciones y propuestas de Guaidó (Roboam y sus jóvenes) y el G4 han sido inservibles y han generado más confusión, tragedia y no paz. Esta postura extrema ejercida por éstos, los desautoriza para ser autores de soluciones negociadas y sobretodo porque se niegan a asumir ese rol y sentarse con el gobierno, por lo que entonces la oposición moderada y el país en general no puede estar condenado a no proponer salidas, pues según la apreciación de algunos y que “entendidos” los únicos interlocutores válidos son Guaidó y su gente.

Al generar toda una campaña de descalificación en contra de la MDN le estamos negando la posibilidad y la facultad a la oposición moderada de representar los intereses del país en la búsqueda de fórmulas de paz que saquen del pozo profundo de la crisis en que está sumida la nación.

Por otra parte, el intervencionismo político y militar de las naciones no puede ser el referente para las soluciones que sólo los venezolanos estamos llamados a construir, por lo que los procesos electorales, entendemos que son la vía más idónea como respuesta aún en condiciones desventajosas, y ello no significa conciliar con el “Régimen” sino que significa rechazar la violencia como fórmula para acceder al poder, que han sido los medios aplicados por el guaidocismo y el leopoldismo.

Así que en ese sentido, ninguno que se llame cristiano puede pretender que el pastor acompañe semejantes estrategias; nosotros, siendo cristianos, sólo apoyamos salidas pacíficas (¡increíble que algunos no creyentes tengan más entendimiento y revelación al respecto!) porque las contrarias acarrean condenación y este tipo de medidas está en franca contradicción con lo que declara la Palabra de Dios, que “quien resiste a la autoridad acarrea condenación” Romanos 13:1,2, razón por la cual el pastor Bertucci busca soluciones pacifistas. De ese modo, Dios se provee de los políticos de la MDN para propiciar fórmulas de paz como lo es la participación en procesos electorales, y no de enfrentamientos en las calles, con lo cual muchos comulgan. La Biblia dice “Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9).


En conclusión, la estrategia abstencionista es la política del chinchorro, la de brazos cruzados, de no hacer nada y como fórmula de protesta es entreguista, irresponsable y comprobadamente fracasada, pues afianza en el poder a los gobiernos autoritarios y deja sin representación y sin voz al país democrático en los órganos de toma de decisiones y de poder (léase Asamblea, Gobernaciones, Legislatura y Alcaldías, etc.). La manifestación y presencia del voto masivo, rechazando modos dictatoriales siempre será una evidencia democrática de repulsa, mientras que la no participación deja sin evidencia, sin acción y sin testimonio la queja democrática válida de los pueblos.

Lcdo. Edgar Soto

 
 
 

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