La Iglesia y la política del mundo
- El Blog de Edgar y Liz
- 15 may 2024
- 4 Min. de lectura

La personalidad de la iglesia actual no tiene nada que ver con el liderazgo histórico de Jesucristo. Observamos una iglesia encerrada en los templos, un liderazgo ocupado de la mal llamada “prudencia ética”, que lo que esconde es miedo y cobardía frente al pecado de la sociedad. Esa actitud de no asumir posturas frente al creciente desenfreno pecaminoso de la sociedad actual se debe al temor de no ofender a los oyentes y no inmiscuirse en nada que signifique la posibilidad de que nos señalen (sea a la iglesia o al liderazgo evangélico) porque supuestamente hay que guardar la "santidad de la iglesia" y no "contaminarse con las cosas del mundo", lo cual sólo representa preservación de la reputación, del buen nombre y que la iglesia no quede expuesta al “escándalo social” porque con ello “dizque” se está exponiendo la santidad a “dimes y diretes”, lo que refleja en verdad es el orgullo de la justicia propia recubierto con ropajes falsos de santidad y de temor al mundo.
Los religiosos alegan regularmente que la política es del mundo y con esa sentencia condenan toda posibilidad de involucrarse en ella. Esa conclusión asumida no admite discusión y es casi un “mandamiento bíblico” que no puede ser transgredido; pero podemos decir ante esta declaración que ello es un engaño más del sistema religioso legalista que promueve la iglesia evangélica tradicional. ¡Que si la política es del mundo…! es cierto, es una profesión más, una tarea más, como lo es cualquier ocupación: educadores, médicos, gerentes, ingenieros, y por ser precisamente del mundo es que debemos participar de la política, en razón de que el Señor Jesús calificó a su iglesia como “la luz del mundo”, por lo que estamos llamados a resplandecer alumbrando la actividad política, disipando la oscuridad y extinguiendo las obras de las tinieblas que en ella puedan acontecer.
Los cristianos en la política estamos llamados a ser la levadura que leuda toda la masa y de este modo adecentarla llevando a cabo una práctica política de honestidad y de verdad que signifique administrar la gestión pública libre de corrupción y de delitos. No asumir esta responsabilidad implica que el pecado y la corrupción tomen cuerpo en todo el quehacer y actividad humana, y esto debido a que la iglesia se encierra en los templos, tratando de obtener santidad aislada del mundo y arropándose con vestiduras de apariencia de piedad; esta práctica religiosa, lamentablemente no consigue afectar ni influenciar a la sociedad.
En este sentido, el liderazgo religioso presenta a Jesús como encerrado en los templos, colocado en nichos y atado a una cruz; un Cristo derrotado con una simbología que paraliza y que convierte en religiosos místicos a quienes se acercan, desfigurando de este modo la verdadera identidad de Jesús. Muchos no perciben que Jesús fue motivo de controversias y conflictos, fue motivo de escándalo para la clase religiosa, la familia y hasta para sus discípulos: para la clase religiosa porque cuestionaba sus preceptos en relación al día sábado, pues ponía por encima la necesidad de la gente frente a la normativa legalista religiosa. La familia se escandalizaba de él diciendo que estaba loco, debido a que no se adecuaba aviniéndose al formato religioso tradicional, pues se llegó a atrever a hacer un azote de cuerdas y con ello limpiar violentamente el templo de comerciantes y mercaderes, hasta sus discípulos se escandalizaban y no entendían cómo un maestro estaba a solas hablando con una mujer; de la misma manera no entendían que el Señor les conminase a comer su carne y beber su sangre, malinterpretándolo como de canibalismo y por eso abandonándole (Juan 6:52,60,61,66).
El Señor fue motivo de escándalo hasta para el pueblo a quien predicaba, en ocasión de presentarse en el templo (Lucas 4:29; Juan 7:25; 8:48,49); tal fue el impacto de sus palabras que quisieron matarle y con ese fin lo llevaron para despeñarle, pero Él se zafó y pasó entre ellos. En otra ocasión el Apóstol Juan registra que las palabras de Cristo eran motivo de disensión entre el pueblo, afirmando unos que era un hombre justo, otros que engañaba al pueblo (Juan 7:12,40-44). Es decir, el Señor fue un incomprendido para muchos, pero bienaventurados los que no hallamos tropiezo en Él.
Todo esto ocurre porque siempre el diablo adversará y perseguirá a los hombres que quieran llevar adelante el propósito de Dios. Algunos no digieren la presencia del Pastor Bertucci en el ámbito político, pues supuestamente es un sector corrompido y los ministerios pastorales no deben estar en política, según el criterio tradicionalista. Visto desde este punto de vista habría que señalar al profeta Daniel (funcionario político del régimen de Babilonia) como "colaboracionista del gobierno", lo cual es un error, y ello como consecuencia de que echamos de lado (por nuestra óptica religiosa) que Dios tiene un plan y lleva a cabo su propósito usando hombres que le sirven.
Cuando la iglesia asume responsabilidad de afectar a la sociedad con su conducta y con una predicación práctica del evangelio, esto generará grandes cambios que de verdad marcarán diferencia entre religión legalista y práctica de vida cristiana. Así que el involucrarse en política es un requerimiento desafiante del Señor Jesucristo en su demanda a la iglesia de afectar al mundo, sanearlo y salarlo para evitar que la contaminación del pecado tome cuerpo en todo el tejido social, evitando así que todo éste se corrompa y pueda dar testimonio de la obra benefactora de la iglesia al poner la luz en el lugar que le corresponde, es decir encima de la mesa de la política.
Lcdo. Edgar Soto R.
Comentários