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La iglesia confundida y sin dirección ante los frutos del árbol bueno

  • Foto del escritor: El Blog de Edgar y Liz
    El Blog de Edgar y Liz
  • 1 ago 2024
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 3 ago 2024

Edgar Soto R. Lcdo. en Educación. UC.

Según las últimas estadísticas de censo cristiano se estima que la población cristiana evangélica ha crecido aceleradamente al punto de situarse en el marco del 31% de la población, según datos arrojados por Latinobarómetro, y me atrevo a afirmar, en lo personal, que ello es resultado (en alto porcentaje) del trabajo sistemático, permanente y organizado de la “Fundación Evangelio Cambia”, liderizada por el Pastor Javier Bertucci. Una conclusión, aparentemente obvia para muchos es que tal proporción de crecimiento evangélico debería reflejarse en un correspondiente apoyo electoral a la figura del Pastor en esta recién efectuada contienda presidencial.

¿Por qué esto no ocurre de esa manera?

No ocurre, sencillamente, porque buena parte de esta población evangelizada ha tenido como destino iglesias evangélicas tradicionales, cuyos líderes enseñan y forman bajo un concepto alejado del reino de Dios y que se traduce en diversas ópticas y concepciones:

  • unos que alegan que el Pastor no debe incursionar en la política, pues no es tarea de pastores, ya que “la política es sucia”;

  • otros argumentan que no le respaldan, si bien es cierto no porque consideren profano inmiscuirse en política, sino que ven al Pastor y su obra con cierta ojeriza, pues pone de manifiesto un ministerio exitoso que pocos en el país pueden mostrar;

  • otros sectores protestantes no le respaldan porque tienen compromisos gubernamentales y se han dejado manipular por los intereses electorales del gobierno de turno;

  • y otro sector sostiene, los tradicionales de vieja data en el país que han acumulado prestigio durante años y viven de él, que no lo apoyan porque eso significaría trasladar su protagonismo a un líder cristiano que es recién aparecido y que no se acoge al marco de la jerarquía religiosa que durante años ha copado con su nombre el escenario evangélico.

En resumen, en el ámbito evangélico, la razón para que prevalezca tal situación de desunión y fractura, tiene que ver con los personalismos de líderes religiosos que priman [primado, preeminencia] por encima de los intereses del país y de la obra del Señor, todo lo cual evidencia falta de revelación, visión y entendimiento.

Los resultados de este proceso electoral dejan ver una realidad que ha sido generada por un voto compulsivo animado por la desesperación, lo que algunos han bautizado como el “voto neurótico”, es decir un voto del sector evangélico ejecutado al margen de la dirección de Dios, un voto impulsado por la autosuficiencia y por la ansiedad de salir de este gobierno, y en el caso de otros, un voto efectuado para mantener prebendas gubernamentales; en todo caso un voto ejecutado sin dirección de Dios y motivado por la independencia que muchos evangélicos tienen del Señor, en su afán de resolver personalmente su destino de vida, olvidando que en ello también está involucrado el futuro del país.

El desarrollo presente de los acontecimientos y el estado actual de cosas, signado por la incertidumbre, el desasosiego y el desconcierto acerca de la crisis que vivimos debe re-direccionar la conducta y concientizar a la iglesia en lo relativo a su posición espiritual, y plantearse como iglesia ¿qué es lo le conviene al país?, ¿cuál debe ser la decisión a tomar?; o de otra manera, seguiremos detrás de líderes que no son líderes y cuya agenda va en contra de la verdad del evangelio y del propósito divino para Venezuela; o terminamos de entender que hay un hombre de Dios que Él ha levantado, con los valores del cielo y que está determinado a llevar a cabo los cambios que el país necesita, no sólo en el área económica y política, sino en el ámbito más importante y que tiene que ver con la consolidación genuina de cualquier logro o meta terrenal a obtener; es decir, el ámbito espiritual, que es el único que garantiza vida eterna y además la perpetuación de aquellos logros.

Para esto, el terreno ha venido sedimentándose; las piezas poniéndose en su lugar, y buena parte del liderazgo ha empezado a recibir la revelación de Dios sobre Sus planes y propósitos y el lugar del “David” que viene en el marco de estos planes.

                                                                                                                 Edgar Soto R.

                                                                                                             Lcdo. En Educación

 
 
 

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