Carta pública al "viejo profeta"
- El Blog de Edgar y Liz
- 29 ene 2021
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 28 nov 2021

La formación religiosa en definitiva incide y afecta el modo como percibimos el mundo exterior. Si en ese entorno ocurren cosas que no se adecúan a nuestra directriz, a nuestro deber ser o marco mental, rechazamos el planteamiento que pretende presentarse, pues el mismo no cuadra con la mentalidad religiosa regida por las costumbres, formas y maneras que consideramos deben ajustar la actuación de hombres, grupos e instituciones. Es el caso de ciertos profetas, a los cuales hemos denominado de la aniquilación y el exterminio, pues su prédica constante es la tragedia sobre el país y la necesidad, según ellos, de juicios inexorables que requiere la nación para cambiar. Evidentemente son de otro espíritu, pues su tono constante es la angustia y la desesperanza.
Estos profetas, cuando aparece alguien que se niega a entrar en su cuadratura mental religiosa impuesta por sus prédicas, se dedican a la tarea de acosar, perseguir, más aún, levantar aseveraciones fraudulentas para desprestigiar, poniendo en tela de juicio la labor de hombres de Dios, como el pastor Bertucci, quienes han renunciado a su tranquilidad personal, con el sólo objetivo de que el plan y el propósito de Dios se cumpla en este país. Éstos, hoy en día “profetas viejos”, levantan calumnias aduciendo que el pastor Bertucci ha hecho pacto con el gobierno a cambio de prebendas.
Estos religiosos califican el reconocimiento que hace este sector opositor al gobierno como la legitimación que éste buscaba a través de las elecciones, olvidando que el reconocimiento y la legitimidad se los da la misma Palabra de Dios, que declara que toda autoridad ha sido establecida por Dios y que cualquier resistencia a ella Dios la califica de rebelión.
Por supuesto que esto no lo entienden, pues la actitud de estos “viejos profetas” es que lo normal y bíblico es enfrentar lo que ellos llaman “el gobierno de horror y de terror”, justificando con este calificativo lo improcedente de reconocer al gobierno como la autoridad legítima de este país. Ignoran voluntariamente que cuando el apóstol Pablo escribió sobre “someterse a toda autoridad”, en el imperio romano gobernaba Nerón, quien fue uno de los más temibles perseguidores del pueblo cristiano.
Ahora, a propósito de la intervención de pastores y ministros ante autoridades de la Asamblea Nacional, se hace conveniente ratificar que quien legitima a un gobierno o a una autoridad no son los hombres, en el sentido más riguroso de la palabra, sino Dios, porque así ha sido establecido claramente en la Palabra de Dios. En tal sentido ninguna profecía de hombres puede estar por encima de este principio.
Por otra parte, Dios quiere líderes que sean pacificadores en medio de un país que por múltiples razones se encuentra en caos y en situación de confrontación. Jesús llama “bienaventurados” a estos hombres, y Él se complace en ellos porque median, intercediendo a favor de la tierra venezolana delante del Padre Dios. En este sentido es más importante la misericordia de Dios por un pueblo, que el prestigio y reputación de un profeta que está ansioso y preocupado porque sea la palabra de él y no la de Dios la que se cumpla.
Dios reseña en el Escrito Sagrado la necesidad de encontrar hombres que se pongan a favor de la tierra y delante de Dios, en medio de las situaciones más hostiles. La Biblia registra la presencia de pocos hombres dedicados a tal tarea. En una ocasión fue Abraham quien medió delante del Señor a favor de las ciudades pecadoras de Sodoma y Gomorra. Lo mismo hizo Moisés ante el pecado idolátrico de Israel; y David intercedió a favor de Israel en ocasión de la espada del ángel que devastaba al pueblo.
Es bueno señalar más aún, que Dios se lamenta por no encontrar dicha categoría de hombres cuando declara “…y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que Yo no la destruyere; y no lo hallé” Ezequiel 22:30,31.
En el caso venezolano podemos decir que no sólo ha habido hombres preocupados por Venezuela, sino que la gran mayoría del pueblo de Dios ha estado entendiendo su rol intercesor y mediador frente a las calamidades que vive la nación, asumiendo verdaderamente la “revelación de la esperanza”. Así que Venezuela no será destruida, debido a que ha habido hombres y un pueblo que han llevado a cabo tal tarea (Salmo 106:23).
Estos “profetas antiguos” (a pesar de su edad) están tan desenfocados que ponen bajo la mira de voceros de las redes sociales (Poleo, Lara Farías, Norbey) el buen nombre del pueblo de Dios, como si éstos fueran el fiel de la balanza, llamados a determinar la santidad y el crédito de la iglesia de Jesucristo. Se equivocan en estos criterios, cuando hacen depender a la iglesia y a los hombres de Dios de las opiniones vertidas por personajes que han hecho del oficio periodístico una continua descalificación contra aquellos que no son de su cofradía; olvidan “estos profetas” que bienaventurada es la iglesia cuando digan toda clase de mal, mintiendo contra ella. La aprobación de Dios sobre su iglesia y sus líderes no depende de lo que digan o dejen de decir estos denunciadores de oficio.
Se equivoca una vez más “el viejo profeta”, cuando temerariamente aduce que el pastor Bertucci está usando a la iglesia como plataforma para labrar su carrera política. Es tan obvio que “este profeta” ni conoce al pastor Bertucci, su obra, ni ha hecho seguimiento al discurso del mismo, pues el pastor ha dicho que ha incursionado en la política, en principio con resistencia, pero obedeciendo a Dios en procura de ejecutar los propósitos divinos para con el país. Caen estos mencionados “profetas” en el terreno de acusar falsamente a los pastores de apoyar al comunismo por “dizque” supuestamente, hacerle el juego al pastor Bertucci en su postura de reconocer al gobierno de Maduro.
Todas estas interpretaciones torcidas que evidencian una resistencia obstinada a impedir que otros sean los protagonistas de “las páginas blancas” que Dios está empezando a escribir en este país y sin contar (que es lo que más le duele al “viejo profeta”) con el protagonismo de quienes en el pasado sí tuvieron un rol de parte de Dios, pero lo perdieron hoy en día por su falta de humillación y negación personal.
Este “profeta viejo” en particular acusa falsamente al pastor Bertucci de recibir favores del gobierno, y le preguntamos ¿Cuáles son esos favores?;... a su vez es incapaz de enumerarlos, pues el árbol se reconoce por sus frutos y la luz lo revela todo. Ignora voluntariamente que el gobierno de este país, así no nos guste a muchos, está encabezado por Maduro, independientemente de que los Estados Unidos no lo reconozca; y tan cierto es, que cualquiera que pretenda hacer gestiones en este país tiene que ceñirse a la normativa nacional para el ingreso de la ayuda humanitaria; y eso hizo efectivamente el pastor Bertucci, acudir a los canales regulares para que ingresara la ayuda humanitaria, por cierto, de muchas iglesias estadounidenses, y que sirvió para suministro de medicinas al pueblo venezolano.
El desenfoque del “profeta antiguo” es de tal magnitud que olvida que su papel en este país terminó hace muchos años. Su obsesión compulsiva de persecución contra el pastor Bertucci le hace gastar en vano las pocas energías espirituales que debería dedicarle a la comunidad de Indiana para que conozca a Jesucristo. Olvida que ya no es el protagonista de Venezuela porque Dios en su momento, lo sacó apresuradamente, manifestándole que su tiempo había terminado en esta nación, y que a la iglesia venezolana le correspondería escribir “las páginas blancas” de la historia que en este momento ya la iglesia está desarrollando.
Para sorpresa del “antiguo profeta”, déjeme decirle que Dios mismo le reveló que no iba a ser protagonista para este tiempo, aunque él insista obstinadamente en serlo vía redes sociales. Dice la página 310 de su Libro: Memorias de una Nación en guerra: “habrá un renacer del movimiento profético, aunque muchos de sus protagonistas del pasado no lo serán en el presente, pues no sólo no creen, sino que se han hecho opuestos y adversarios”…
Por tanto mi recomendación al "viejo profeta" es la sentencia del Espíritu Santo en
Hechos 5:38-39 “... y ahora os digo: apartaos de estos hombres y dejadlos; porque si este Consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; mas si es de Dios, no la podréis destruir, no seáis tal vez hallados luchando contra Dios…”
Lcdo. Edgar Soto R.
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